Pánico al «¿Qué dirán?»
Muchas de las cosas que decimos en un blog de psicología son muy obvias. Estamos hartos de decir y escuchar que la opinión de los demás no debe influirnos pero lo hace. Sólo somos conscientes cuando dejamos de hacer cosas que queremos; o nos avergonzamos de aquello que sin hacer daño a nadie nos hace ilusión.
Lo que ocurre es que sentirse aceptado no sólo es un deseo; es una necesidad vital. Necesitamos encajar en el grupo porque somos seres sociales. ¿Y cómo vamos a encajar correctamente con 7000 millones de almas que hay actualmente en el mundo?…claro es una obviedad…pero cuando te enteras de que le caes mal a alguien siempre te preguntas el porqué.
Este tema es mucho más peliagudo que olvidarse de lo que «las señoras del visillo» de turno critican cuando pasas por su lado.
Para trabajar sobre esto empieza preguntándote ¿tu que criticas? una buena sesión de cotorreo gusta a mucha gente. Pero no deja de ser una manera de echar balones fuera a nuestros propios complejos, nuestras elecciones vitales, nuestras renuncias. A veces viene bien; siempre que no sea repetitivo y que uno se trate de poner en la piel del otro.
Te pongo un ejemplo:
Una persona sale con la camiseta toda arrugada de casa porque se pasó la tarde jugando con sus hijos; (o disfrutando de una romántica velada) porque lo prioriza al planchar; un grupo que se «ríe» de esa persona; pero ellos han estado toda la tarde planchando…(¿Quién estuvo realmente disfrutando?).
Selecciona donde quieres o donde necesitas encajar. Me refiero que hay opiniones que realmente te importan. Y que merece la pena dar una buena impresión. Una entrevista de trabajo; cuando subes por primera vez a casa de tus suegros. Aquí cuidas tu envoltorio y tu carta de presentación por que son personas que quieres agradar. Causar una buena impresión siempre será positivo; pero debemos permitirnos hacerlo con naturalidad algunas veces. Otras veces tenemos que priorizar nuestras necesidades a las opiniones de personas que no pintan nada en nuestra vida.Por ejemplo si un amigo te invita a una boda y no conoces a nadie más; no tiene sentido obsesionarse si irás apropiado; si les gustarás a todos los invitados porque tu interés es simplemente ser cordial con los demás para que los novios estén a gusto. Son personas que muy probablemente no tengan nada que ver en tu vida después de ese día
¡Conversa con tu crítico más feroz!
Ese que te avergüenza y que sabe donde te duele. Que cada fallo te lo recalca como si fueras un robot sin derecho a equivocarte.
¡Ese eres tú mismo! Cuando crees que serás criticado es porque tu mismo te señalas el fallo; y habría que hablarse a uno mismo como si te quisieras. Esto es otra supuesta perogrullada que decimos pero no hacemos. Imagina que tu amigo o un compañero de trabajo llevara una mancha en la ropa se la señalarías y seguramente pensarías pobrecillo, vaya corte… si es que vamos siempre con prisas. ¿Y cuando te la ves tú? ¿Que te dices?
¿De dónde salen estos mensajes? Generalmente nos los han enseñado y los hemos aprendido. Cuando de pequeñitos nos manchábamos más de uno escuchábamos «se van a reír de ti» y es probable que así lo hicieran. Porque nos enseñaron que era importante ir limpios porque estar manchados era «malo». Pero no nos enseñaron que estar limpios evitaba infecciones y que a nosotros también nos gusta que los demás estén aseados. Nos enseñaron que vestir diferente era ir haciendo el ridículo, pero no nos explicaron que vestir de manera apropiada era conocer las normas sociales y estar cómodo y acorde a la época de año y a la actividad.
Hablando de vestimenta en el cole, cuando se habla de las ventajas del uniforme la más destacada es «no despertar envidias o complejos entre los compañeros» en vez de…. es la vestimenta adecuada; ayuda a los más pequeños a localizarse y localizarlos. Estas funciones que deberían ser más importantes que el “¿Qué dirán?”
El protocolo social es como las normas de tráfico ; si aprendes su sentido deja de ser agobiante y arbitrario. Sabiendo el para que; uno decide cuando saltarse esas normas y pagar las supuestas «multas» sociales
El miedo al «¿Qué dirán?» es muy complejo y tiene su utilidad; pero en esta sociedad hay que saber decir….un ¡BUENO YA BASTA!
Habla de esto cuando dejes de hacer lo que te hace feliz y sientes que te subes a un carro de auto exigencia que te agobia, sólo para evitar lo que tu crees que van a decir o pensar de ti.