La familia que eliges.
Hace unos días ví un reel en instagram que me hizo pensar. Venía a decir que las mujeres se habían pasado la vida esperando a que un príncipe azul las «salvase» y que en realidad esas eran sus amigas. ¿De qué nos tienen que salvar? ¿Por que pensamos que no tenemos los recursos suficientes para poder sobrevivir? ¿Por que las amigas equivalen a un ser todopoderoso que nos salva y nos hará felices?
Cada vez escucho a más personas corrigiendo mitos románticos cuando hablan de relaciones de pareja. Pero vengo a notar de un tiempo a esta parte que parece que lo que antes volcábamos en la pareja, ahora lo queremos trasladar a la amistad. Nuevamente volvemos a sacralizar un vínculo que de por sí es precioso. Pero en el que quizá estamos lanzando todas esas expectativas que deseábamos en la pareja
Quizá la base de todo es la fantasía de que un vínculo de amor tiene que ser «eterno». Queremos pensar que el otro estará ahí siempre y de la manera que lo conocimos en un principio. Pero la realidad es que estos vínculos lo más lógico es que vayan variando. Si entendemos que una pareja se tenga que seguir construyendo y entendiéndose para mantenerse. Imaginaros un grupo de amigos. Cuando hablaba del cambio de armario en las relaciones amistosas me refería justo a eso. Por que habrá que entender todos los vínculos como etapas en un tiempo. Por supuesto que todas las despedidas son dolorosas pero ese es el precio de vincularse y querer.
Lo más doloroso de estos cambios es que podrían gestionarse desde el afecto y sin buscar el conflicto. Aunque sí que es cierto que cualquier rechazo (aunque no sea completo) es doloroso y quizá continuar con la relación así no sea fácil para todos los miembros.
Tampoco podemos irnos al otro polo y evitar vincularnos o ilusionarnos con alguien. Hay también una especie de enamoramiento en las amistades. Disfrutarlas mientras duran, trabajarlas para que se mantengan y dejarlas ir cuando la relación no da mas. (Así escrito parece hasta fácil, pero sé que no lo es).
En el fondo creo que todo esto viene de la búsqueda de lo eterno, de sentir que tenemos unos cimientos férreos que no nos van a fallar. Al madurar y estudiar nuestras relaciones podemos entender que la familia puede hacernos daño, la pareja más ideal y enamorada puede acabar rompiendo, y nuestros amigos pueden diluirse con el paso de los años.
Sin embargo ese concepto de familia sigue siendo muy útil. Seguro que si piensas sabes de alguien que si te llama a deshoras por que se encuentra mal, acudirás. Seguro que tienes gente que cuando te pasan ciertas cosas son los primeros a los que avisas.
La gran dificultad es encontrar ese equilibrio entre mantener y dejar ir. Y esto implica épocas de nuestra vida donde nos sentiremos más solos. Y épocas donde tendremos que hacer una esfuerzo para nutrirnos de buena gente a nuestro alrededor. Si flexibilizáramos un poco este concepto de «perpetuidad» sería muy posible retomar viejas relaciones. Por que a diferencia de una pareja con la que se supone que compartimos un proyecto vital… (vaya melón este.. para otro blog). Las amistades pueden pivotar en nuestra vida más cercanas o lejanas.